Cuando pasamos Salsipuedes empezó la metralla de hielo. Poc,pom, poc, caían caniconas sobre el techo, ¡cuash¡ Qué pictes, esos no son granizo, son piedras. El combero se paró enmedio de un embotellamiento y nos corrió a todos del vehículo. "¡Hasta aquí llego¡" gritó, como a una cuadra de la terminal de la Colón, a la cual entré con el agua en los calcetines, todo coscorroneado y empapado. En la avenida Insurgentes se empezó a formar una escena del ártico.La capa de granizo fue creciendo en centímetros y micro icebergs bajaban navegando el cercano y crecido río Amarillo. "Jesús de la Santa Gloria - exclamaba una viejita - mi casa está cerca de La Isla , se va a inundar, San Caralampio protégenos". Media docena de chuchos mojados, calados hasta los huesos, asustados, observaban bajo un alero el brincadero de las chibolas blancas y las toreaban evitando el golpe. Entre la carretera federal y la mentada avenida Insurgentes quedó plantado un nudo de carros sin poder escapar y uno ya flotaba como barco enmedio de los témpanos.
Alguien de arriba escuchó a las ruquitas que rezaban porque con un par de truenos escalofriantes se fue la lluvia y paró el granizo, tan rápido y de repente como llegó. Y pareciera broma pero empezó a salir el sol. Afuera de nuestra guarida era el Polo sur en San Cristóbal. Esto me pasó hace como 6 años y se acaba de repetir de nuevo otra supergranizada en el 2012. Los dioses del agua hacen cosas raras en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
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