jueves, 1 de noviembre de 2012

La Caneca ni Flaca ni Seca ni Come Manteca



Mucho cuidado señores

por que la muerte anda lista

en el Panteón de Chiapita

ya nos tiene una fosita.

Para los compositores

literatos y

turistas

doctores y productores

todos están en la lista..




Es la celebración más grande de México, más que la navidad y las fiestas patrias juntas, la mera fiesta del pueblo, la más representativa del alma mexicana. La del reencuentro y el adiós, la de la reafirmación de nuestra identidad como pueblo creyente de los misterios infinitos del Universo. Esos que nos entroncan con lo auténtico del no temor a la trascendencia.



He pasado muchos Todos Santos capturando en imágenes y testimonios la visita espiritual de los fieles difuntos. Hoy no escribiré sobre esto. Les voy a presentar algunos del montón de momentos gráficos que he vivido en los panteones y pueblos celebrantes de Chiapas, por que esos días más que de morir son de vivir y  compartir.





A nadie le gusta los panteones, más cuando se lleva de carga a un ser querido, a mi me ha tocado enterrar a tres y conozco esos durísimos desgarres. Pero en la celebración de noviembre es bonito imaginarse que regresan las almas de nuestros muertos para compartir un momento con nosotros. Por eso les quemamos cohetes de bienvenida a las doce del día y los velamos jugando la baraja y domino, con tamaliza, resos y café con piquete y traguitos del fuerte, a los que se marcharon en el año.

 


He estado a las cuatro de la mañana en el panteón de Chiapa, cuando no había lámparas de iluminación en los pasillos. Todo estaba en la penumbra de las miles de velas sembradas por los visitantes, así lo vivî también en Acala y en Copainalá, una alfombra de estrellas amarillas que competían en fulgor con las del cielo del amanecer.

Oyendo la marimba que toca en la oscuridad y los tríos y el trovador solitario con su violín en Ocotepec.





En la celebración de noviembre gana el mero pueblo. Le meten unos pesos al bolsillo los que siembran la flores de nulibé, de flor de seda, los que cortan la nangaña, los chamulos que venden la flor fina, los albañiles y pintores que arreglan y embellecen las sepulturas, los chamaquitos que después de la escuela pintan las letras de los epitafios; los que acarrean el agua para los jarrones y las marchantas que venden la calabaza y la panela para el dulce de calabacita tía. La economía mexicana gana de abajo para arriba Un mercado muy nuestro que ya quisieran muchos mall o shopings y que nos han querido robar con costumbres ñoñas y extranjeras.






Que rico se desayuna arroz con leche y tamal entre muchas otras viandas en los panteones de noviembre.

Ayer vi como le llevaban sus flores y Puros Chacuacos a la sepultura del poderoso señor Enrique Verdi . Pintê de colores pastel la tumba de don Fernando mi padre y le encargué a mi hijo Julián que cuando yo muera me toquen a medio velorio la rola My Father Was a Rolling Stone de los Temptations a todo volumen. Le voy a entregar un documento firmado con esta petición para que no tenga pedos con mi demás familia o los presentes, por complacerme.









Asi es mis queridos lectores y amigos, nacemos con la muerte adentro y siempre la llevamos con nosotros.  Cada día que pasa estamos más cerca de ella, quietecita esperando la dientona, tarde o temprano, para llevarnos al otro lado del puente.

Por eso me remputa el jalowin y esas maestras y escuelas privadas que lo promueven. No se diga el comercio trasnacional de ropaje de brujas y espantajos de cine, pero hasta hoy aquí se la pelan . De nosotros depende que sobreviva nuestra fiesta de los altares y de la memoria . Sôlo me da flato a las doce del día 2 cuando quemamos los cohetes de la despedida y les decimos hasta siempre a los que viven en el baul de los recuerdos .


Tucu tucu

tiqui taca

que recanija calaca

cuando menos lo pensamos

nos hace estirar la pata.

Yo me le escapé una vez

pero por poco y me atrapa.

 

1 comentario:

  1. Es un artículo y una fiesta maravillosa y ando toda borracha de tal....


    Kiki

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